I was born and still living in the city of Cordoba, Argentina, in the year 1964. Since 1978 I dedicated my life to painting, practiced in my early murals on the walls of my city. Then and in 1984 I began to study Industrial Design leaving it after a year. When you enter the Fine Arts at the National University of Cordoba (Arg) Lic Getting the title in Painting in 1991. Thereafter continue my career, participating in numerous exhibitions, awards and exhibitions provincial, national and international, earning several awards.
Susana Rocha
Prof. Titular UNC
Crítica de arte por AACA-AICA
Otra fase del paisaje en la sociedad postindustrial. Obras recientes de Pablo Mauvesin .
Descansar en los conceptos que Vilar desarrolló en el texto las razones del arte (2005), en el segundo apartado del capítulo la inteligibilidad destinado a la recepción: «Para cualquiera resulta evidente que podemos apreciar una obra de arte sin comprenderla adecuadamente», ya es partir de un supuesto interesante, más aún tratándose de los paisajes de Pablo que se adecuan en ambas direcciones conceptuales. Por mucho que lo piense, esta experienciación no es una observación que me pertenezca. Resulta, en términos generales que el sujeto contemplador puede situarse frente a obras de igual tenor, de las cuales pareciera no saber absolutamente nada, prescindir de la intención del autor en el momento de la creación, de los dispositivos que accionaron determinados temas. Incluso le resulte indiferente o redundante conocer sobre los procesos técnicos o socio-históricos como hecho natural y no por ello quede inhibido o por lo menos disminuido el placer que acontece a la mirada.
En las obras de Pablo este acto de apreciación separado de un análisis significativo y categorial estético, no parece ser tan arbitrario, si aceptamos que su tipología de realismo promueve determinada fruición. Habida cuenta podríamos alegar que esta percepción de complacencia nos ubicaría próximos¸ en el modo en que es afectado el espectador en el Hiperrealismo. En palabras de Hal Foster, el Hiperrealismo o Fotorrealismo invita a deleitarse casi esquizofrénicamente por su superficie. En el primer estadio este encantamiento paraliza en el espectador sus actos reflexivos, por su semejanza con el mundo exterior. Puede que dicho acto sea la intención final.
Antes de continuar pretendo aclarar que no sería adecuado inscribir la pintura de Pablo en el hiperrealismo, porque a más de la escisión temporal, y aunque parezca lábil la línea que los separa sus pinturas mantienen visible el andamiaje de artisticidad, vale decir que le importa quedar unido a la praxis artística que sostiene la importancia ideológica del taller y del sujeto creador.
Disipada esta posibilidad, intentaremos iniciarnos en un proceso de semiosis en el campo de la «interpretación reflexiva». Sabiendo que en el mundo contemporáneo domeña a la comprensión el significado. Y conociendo doblemente la dificultad de los procesos de significación e interpretación reflexiva, aspiramos a dar cuentas de algunas respuestas, incorporando la intención del autor «intentio autoris», la intención de la obra «intentio operis», la intención del lector «intentio lectoris» en un contexto dado.
Nos habíamos reunido en un atardecer de verano en su casa- taller de Río Ceballos, me entusiasmaba pensar y ver frente de mí dos pinturas apenas iniciadas, era como urdir mis creencias en sus secretos, nunca más la vería en ese estadio. En sus telas blancas se delineaba una cuadrícula cartesiana soporte de sus futuras pinturas, a las que llamare paisaje posindustrial, un conjunto de chatarras, que remontaban con nostalgia un pasado deshabitado de futuro.
La retícula de Pablo no se presenta tal como la que construyeran los siglos XV y XVI, donde la partición geométrica del espacio reposaba en los sustratos inferiores de la representación. A través de la perspectiva, el mundo virtual logró solapar la realidad exterior con la representación y al hacerlo se manifestó como una forma de conocimiento del otro.(R. Krauss1996: 24) Sino que se presenta bajo el lumen de la modernidad, y ordena, organiza y distribuye el espacio de la representación. Lo hace, en el caso de Pablo, referenciando el mundo exterior a través del aplanamiento del espacio dado por la fotografía. Pero la fotografía no es un apunte, es mucho más, es el modo de alejarse del mundo exterior para incorporar su propia experiencia cognitiva, es decir de cómo se sabe él en el mundo atravesado por las cosas. Es tan así que su pintura no es una mímesis fidedigna del modelo exterior, se asemeja. Tan pronto el receptor se acerca descubre la calidad de la pintura, la superposición de tonos, la satisfacción por la mancha, la luz escenográfica resumada por la teatralización del Barroco.
Sus paisajes tampoco se asocian a la imaginería que la modernidad pensó en otrora, cuando la burguesía transitaba con optimismo el presente cobijado por el futuro, creando para sí una iconografía con el objeto de autoafirmarse. Los modelos que creó la burguesía daban cuenta de una nueva temática que incorporaba la sociedad del espectáculo, el ocio, el placer hedonista. Por oposición los paisajes de la era postindutrial de Pablo marcan el ocaso de ese futuro expectante, para subsumirse en un presente lentificado en el pasado, roído por la alienación del consumo. Sin embargo hay otra realidad ausculta bajo la pila de chatarras que encuentra sede en el mundo del arte atravesado por una visión solidaria en la naturaleza primigenia del mundo exterior.